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1951-1975

Los años cincuenta

En 1950, se inicia un proyecto para crear una nueva cruz para el Calvario, encargando su fabricación a un artesano, aunque hubo problemas de calidad que se resolvieron tras negociaciones. La Hermandad, pionera en innovaciones para la Semana Santa granadina, intentó incorporar elementos de otras tradiciones andaluzas, como ciriales con dalmáticas, aunque estas se reemplazaron por túnicas debido a su coste.

A lo largo de la década, la Hermandad buscó apoyo gubernamental y propuso nombrar al Ministro de Educación como Hermano Mayor Honorario, pero no tuvo éxito. En cuanto al paso de la Virgen, que presentaba deterioros, se hicieron esfuerzos para restaurarlo, incluyendo la búsqueda de financiación y presupuestos de diversos orfebres, aunque los altos costos de la plata complicaron las gestiones.

La Hermandad también mantuvo un fuerte compromiso con la caridad, distribuyendo comida a los necesitados en un contexto post-guerra. A partir de 1956, la cantidad de comida disminuyó, y en 1959 se decidió suspender la actividad debido a la situación económica y la falta de recursos, aunque se continuó colaborando con otras instituciones benéficas.

Hubo muchas dificultades respecto a la estabilización del Cuerpo de Camareras por aquel entonces. En 1949, se intentó regularizar este estamento con un nuevo reglamento, y en 1951, la Dª. Josefa Hurtado fue nombrada Camarera Mayor, aunque se enfrentó a diversos problemas debido a desavenencias de su esposo con la Hermandad, lo que llevó a su posterior cese. Se buscaron sucesoras, pero varias damas de la sociedad granadina rechazaron el cargo. Finalmente,Dª. Enriqueta Louro Viana aceptó el puesto gracias a la intervención del capellán, quien buscó reforzar el Cuerpo.

También por aquellos años se buscó la regularización de la Junta de Gobierno de la Hermandad, que había estado en una situación irregular desde su elección en 1948. En 1951, se gestionó la aprobación eclesiástica, que finalmente se logró en 1952. Además, se menciona la creciente colaboración con la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, lo que resultó en beneficios como el préstamo de enseres para la procesión.

A lo largo de 1952, la Hermandad también nombró a varias personalidades como Hermanos Mayores Honorarios, fortaleciendo sus vínculos con figuras influyentes que facilitaron reparaciones y mejoras en la iglesia, contribuyendo a la estabilidad y desarrollo de la cofradía. Este mismo año, durante el XXV aniversario de la Federación de Cofradías, se planeó un desfile antológico con los Cinco Misterios Dolorosos, pero la falta de recursos y la lluvia impidieron su realización. Sin embargo, la procesión de la Virgen de la Alhambra se llevó a cabo el Jueves Santo, aunque acortando su itinerario debido al mal tiempo.

A partir de 1953, la Hermandad atravesó una crisis en su Junta de Gobierno. El Hermano Mayor, don Andrés Sánchez Montes, dejó de asistir a las reuniones, lo que generó incertidumbre en la gestión. A pesar de esta crisis, las procesiones continuaron con éxito. En 1955, tras un periodo de inactividad, se celebró una Junta General que resultó en la elección de D. Juan Alonso Roda como nuevo Hermano Mayor, quien mantendría el cargo durante casi treinta años.

Sin embargo, la nueva etapa no estuvo exenta de conflictos. Surgieron problemas financieros relacionados con el antiguo Tesorero D. Nicolás Martín Fernández, quien se había enfrentado a una serie de dificultades económicas y había utilizado fondos de la Hermandad. Aunque se llegó a un acuerdo para condonar parte de su deuda, su exclusión de la Hermandad generó tensiones. Finalmente, en 1961, se le reintegró a la Hermandad, reconociendo sus años de servicio.

A lo largo de estos años, a pesar de los conflictos internos y las crisis de liderazgo, la Hermandad continuó su labor y tradiciones, destacando la importancia de la continuidad en la historia de las cofradías y la preservación de sus documentos.

El cargo de Camarera Mayor en la Cofradía seguía con sus dificultades históricas para ser aceptado por las designadas. En 1956, tras la renuncia de Dª. Enriqueta Louro Viana, se ofrece el puesto a Dª. Modesta García Alba de Sola, quien acepta y mejora las relaciones con el Ayuntamiento, asegurando la participación de la banda municipal en las procesiones. Las camareras mayores, generalmente figuras sociales, desempeñan un papel más honorario, siendo la vice camarera quien realmente gestiona las actividades.

Dª. Modesta García realiza contribuciones significativas, como la donación de arreglos florales. En 1960, cede su puesto a Dª. Margarita Massot, esposa del Gobernador Civil, y posteriormente se nombra a Dª. Margarita Moreno de Montes. A lo largo de los años, estas designaciones buscan mantener vínculos políticos y sociales beneficiosos para la Hermandad.

En 1956, se lleva a cabo la cuarta reforma de los Estatutos, introduciendo nuevas comisiones de funcionamiento. A pesar de los obstáculos, la reforma fue finalmente aprobada por la autoridad eclesiástica. La cofradía se enfrenta a dificultades económicas y considera no participar en la Semana Santa de 1959, pero al final decide salir, aunque con retos logísticos.

Durante este período, también se intenta mejorar la vistosidad y el realce de la procesión, por lo que se inician contactos con diversas autoridades militares. La década cierra con el fallecimiento de D: Juan Gallego y Burín, uno de los miembros fundadores de la Cofradía y la mejora en la iluminación del altar de la Virgen.

Los años sesenta

En los años sesenta, la Cofradía de la Alhambra tenía casi todos sus enseres y su desfile procesional se equiparaba al de las cofradías más conocidas de Andalucía. Se inician mejoras, como la sustitución de los faroles de la cruz de guía, vendidos a la nueva Cofradía del Cristo de la Buena Muerte. Se encargan nuevos faroles al orfebre D. Manuel Palma Cuadros, estrenándose en 1961 y 1962, junto con un nuevo estandarte para el Cuerpo de Camareras.

En 1962, fallecen dos figuras importantes: D. Antonio Herrera Lamolda y D. Antonio Gallego y Burín, este último un gran defensor de la Hermandad. A pesar de estas pérdidas, el cofrade D. Miguel Rosales Camacho sigue contribuyendo activamente, organizando la contratación de saeteros reconocidos y mejorando la presentación de la procesión, que ese año se retransmite por televisión y radio.

La procesión de 1962 incluye novedades como efectos pirotécnicos y la iluminación de monumentos, con la asistencia de autoridades. A pesar de la prohibición del Arzobispado sobre horarios de las Cofradías, la Alhambra y el Silencio obtienen excepciones.

Otros logros de la década incluyen la construcción de bancos para la iglesia con maderas donadas y un donativo para un monumento en Sierra Nevada. La Cofradía también busca reemplazar los cirios de petróleo por farolillos árabes, reflejando su compromiso con la tradición y el embellecimiento de su procesión.

En 1963 la Cofradía de las Angustias de la Alhambra realizó su Estación de Penitencia con un nuevo itinerario de regreso que incluía el Campo del Príncipe, buscando evitar los problemas de oscuridad causados por el encuentro con la Cofradía del Silencio. Sin embargo, el nuevo camino no resolvió el problema, ya que la comitiva aún se quedó a oscuras al cruzar por la calle Reyes Católicos.

Durante el trayecto, la Cofradía de los Favores recibió a la de la Alhambra en el Campo del Príncipe, donde se celebró el Ejercicio de las Cinco Llagas. A pesar de la belleza del nuevo recorrido, al no solucionar el problema que motivó el cambio, se consideró volver al itinerario tradicional en 1965

En este contexto, la Cofradía de la Alhambra propuso suprimir la presencia de representaciones de otras hermandades en su procesión, que era una tradición desde los años veinte. Aunque la propuesta no tuvo éxito inmediato, en 1970 se decidió que las representaciones debían ir sin hábito. Con el tiempo, esta tradición se suprimió por completo, reflejando un cambio en las prácticas cofrades de la época.

En la Junta General del 17 de mayo de 1962, se modificaron varios artículos de los Estatutos de la Hermandad. El artículo 24 establece que la misa de difuntos se celebrará al día siguiente de la Función Principal de mayo, formalizando una práctica ya habitual. El artículo 31 introduce la uniformidad en el atuendo procesional de los cofrades, que hasta entonces usaban indumentarias variadas. La nueva regulación busca una estética unificada, aunque su implementación será gradual debido a los costos.

El artículo 33 define la presidencia de la procesión y regula la organización de los cargos durante la Estación Penitencial. Los mayordomos de trono tendrán autoridad sobre el capataz del paso y se detallan las funciones de varios mayordomos. El artículo 41 crea comisiones especializadas en las áreas económica, ejecutiva y de propaganda, manteniendo el número total de miembros de la junta de gobierno .Finalmente, el artículo 47 establece que la inasistencia a tres o más sesiones de la Junta Directiva resultará en la pérdida del cargo.

Además, se destaca la creación de un nuevo Simpecado en 1964, bordado por Dª. Trinidad Morcillo, y la producción de un Libro de Reglas, ambas iniciativas que reflejan el esfuerzo por enriquecer el patrimonio de la Hermandad. A pesar de la crisis en la Semana Santa granadina durante los años sesenta, la cofradía alhambreña continuó perfeccionando y aumentando sus enseres procesionales. Se introdujeron nuevas dalmáticas y se realizaron varias adquisiciones para realzar la solemnidad de las procesiones, mientras que la comunicación entre mayordomos se modernizó al suprimirse el uso de campanillas.

En 1965, la Cofradía de Santa María de la Alhambra intentó, por primera vez, realizar una Estación de Penitencia en el interior de la Catedral, en conmemoración del 20º aniversario del refugio de la Imagen en el templo debido a una fuerte lluvia. Sin embargo, el intento no se concretó, como se indica en el acta de la Junta Directiva del 21 de marzo, que menciona que no se pudo realizar la entrada y que, al pasar la Virgen por la puerta, se rezó la Estación de Penitencia con la procesión de rodillas. Esto se atribuye a la negativa del Cabildo.

A pesar de posteriores gestiones, no se logró acceso a la Catedral, aunque en 1967 se permitió que las puertas se abrieran y la iluminación interior se encendiera al paso de la cofradía, preludio de un acceso generalizado que no se autorizó hasta el año 2000.

En 1969, se conmemoró el 25º aniversario de la estancia de la Virgen en el Ayuntamiento, y se nombró al Alcalde como Hermano Mayor Honorario de la Cofradía. El Ayuntamiento aceptó el nombramiento, pero el pergamino conmemorativo no se entregó hasta 1984. En la Navidad de aquel año, un incendio en la iglesia de San Cecilio provocó grandes daños, y la Cofradía de la Alhambra se ofreció a ayudar a la Hermandad afectada, mostrando la solidaridad entre ambas cofradías.

Los comienzos de los Setenta: La crisis de las cofradías granadinas

Durante la década de 1970, la Cofradía de Santa María de la Alhambra enfrentó varios desafíos y cambios significativos. En 1970, la Hermandad decidió retomar el itinerario por el Campo del Príncipe, recordando un recorrido anterior de 1963-1964. Sin embargo, el mal tiempo impidió que la Estación de Penitencia se llevara a cabo hasta 1971, cuando la llegada de la Virgen fue celebrada con gran fervor. Este itinerario continuó hasta 1980, aunque se encontraron dificultades por la aglomeración de público y el desorden en la comitiva.

A lo largo de esta década, la Hermandad realizó mejoras en sus insignias y vestimenta. Se introdujeron nuevos ciriales y se uniforman los hábitos de los penitentes, que incorporan capas de damasco azul. Se crearon nuevos elementos para el cortejo, como una pértiga y un collar para el pertiguero.

En 1974, la cofradía sufrió la pérdida de su capellán, D. Francisco Caballero Magaña, un querido miembro de la comunidad.

La política de nombramientos de hermanos mayores honorarios cambió, optando por designar a empresas en lugar de personalidades individuales. Así, en 1972, Cervezas Alhambra fue honrada, seguida por el Patronato de la Alhambra en 1977 y Radio Granada en 1980.

A lo largo de la vida de la Hermandad, los sudarios que cuelgan de la Cruz tras la Virgen van siendo sustituidos, sucesivamente, por otros cada vez más enriquecidos. En 1975, el mayordomo D. Jesús Gutiérrez Tirado comunica a la Hermandad que existe la posibilidad de bordar un nuevo sudario a la Virgen basándose en unos dibujos, de gran mérito artístico y originales de D. Francisco de Goya y Lucientes, que tenía en su poder Dª: Trinidad Morcillo, autora del Simpecado, y la cual estaba dispuesta a cederlos a la Cofradía que acepta complacida el ofrecimiento, y le encarga la realización del bordado en tul del sudario, sobre la base de los citados dibujos, que parecían provenir de una mantilla de la Duquesa de Alba, diseño del inmortal pintor aragonés.

En 1975, las Hermandades de penitencia en Granada enfrentaron una crisis económica severa. La falta de subvenciones públicas, combinada con una inflación del 300% en los costos de las procesiones, llevó a muchas Cofradías a considerar la cancelación de sus Estaciones de Penitencia. La Federación de Cofradías convocó una reunión donde se decidió que sólo nueve de las Hermandades con mejores recursos realizan sus procesiones, mientras que diez optarán por no participar.

A pesar de la situación, la Cofradía de Santa María de la Alhambra decidió salir, lo que generó críticas y tensiones dentro de la Federación de Cofradías. Catorce Hermandades finalmente decidieron procesionar, mientras que otras como la de la Oración de Nuestro Señor  en el Huerto de los Olivos y el Nuestro Padre Jesús del Rescate no lo hicieron.

Para hacer frente a la crisis, la Cofradía también implementó una exposición de enseres procesionales desde el Domingo de Ramos hasta el Sábado Santo, lo que ayudó a atraer visitantes y generar ingresos. Esta tradición, que había resurgido en 1975, se convirtió en un evento significativo y un medio de promoción para la Cofradía, destacándose como pionera en la ciudad. Las camareras de la Virgen jugaron un papel crucial al organizar la venta de objetos relacionados con la Hermandad, contribuyendo a su sostenimiento.